Tuesday 23 November 2021

Tuesday 9 November 2021

GESTIÓN DEL ESTRÉS Y MINDFULNESS DE CLAUDIA AMOR

 





ORGULLOSAMENTE PRESENTA









En el presente libro revisarás la definición del estrés, las fuentes y los estilos de afrontamiento de cada persona para que así, a través de la reflexión y la práctica, puedas descubrir tus modelos de afrontamiento de interpretación, tus hábitos y estilo de vida para que entonces puedas comenzar a participar conscientemente en la mejora de tu salud mental, emocional y física.

Tanto en el trabajo como en la vida personal y familiar nos encontramos con situaciones que retan nuestras capacidades físicas, mentales y emocionales y, en consecuencia, experimentamos tensión en nuestro ser, la cual en ocasiones no nos permite estar serenos y estables.






Thursday 19 August 2021

SEGUNDO CAFÉ LITERARIO

 

INVITA A PARTICIPAR EN EL

SEGUNDO CAFÉ LITERARIO

VIERNES 3 DE SEPTIEMBRE - VÍA ZOOM

¡TE ESPERAMOS!




Friday 16 July 2021

Tuesday 13 July 2021

ENTRE AMORES Y PASIONES de MA. FERNANDA CEPEDA

 

ORGULLOSAMENTE 

PRESENTA LA NOVELA 

ENTRE AMORES Y PASIONES 

DE MA. FERNANDA CEPEDA GONZÁLEZ

 EXQUISITA OBRA

PRONTO EN LIBRERÍAS



Tuesday 29 June 2021

¡CUMPLIMOS 10 AÑOS DE VIDA!

 

¡CUMPLIMOS 10 AÑOS DE VIDA!

¡VAMOS A CELEBRARLO!

El viernes 16 de julio a las 6:00 pm
(tiempo de la Ciudad de México) de 2021
Vía Zoom
En breve enviaremos el ID de la reunión
¡Acompáñanos!
Hermanas Arroyo





DISCURSO DEL DR. ALBERTO LIFSHITZ EN LA PRESENTACIÓN DE LA ANTOLOGÍA "PANDEMIA, COVID-19 NARRACIONES EXTRAORDINARIAS"

 


COMENTARIOS A

“PANDEMIA COVID-19. NARRACIONES EXTRAORDINARIAS”.

 

Para quienes no vivimos las guerras mundiales ni las cruentas guerras civiles, la pandemia de la infección por el virus SARS-Cov2 es la experiencia más impactante que nos ha tocado. Al igual que en las guerras, ha habido miles de muertos, hemos tenido que atrincherarnos, a la usanza de lo que se hacía en las epidemias históricas, modificar nuestras rutinas y nuestros ritos, y enfrentar riesgos (personales y los de los nuestros), que ni siquiera sospechábamos. Lo mismo que en las guerras, cabría pensar que no hubiera ganadores -aunque la verdad es que los ha habido en ambas circunstancias- y quedarán secuelas tanto en los individuos como en las colectividades: en las guerras miles de mutilados y con daños mentales, en la pandemia los múltiples síndromes post-covid, hasta ahora más de 50 variedades. La sociedad ya cambió, tanto que ya se habla de una “cultura postCOVID”, una “nueva normalidad” y de entidades clínicas inéditas como secuelas de la infección. También como siempre en las crisis, se ha revelado lo mejor y lo peor de los seres humanos. Por un lado, la solidaridad, la colaboración, la disciplina; por el otro, las animosidades, los disgustos, las acusaciones y los reproches. La plena comprensión de las circunstancias y las teorías de conspiración buscando culpables.

 

Pero las guerras fueron también oportunidades para el aprendizaje, para fomentar la creatividad, para crecer espiritualmente, adaptarnos a circunstancias inéditas e incidir fecundamente en la búsqueda de nuevos caminos para la humanidad. El progreso se aceleró en algunas áreas precisamente gracias a la guerra. El recuento de descubrimientos e innovaciones en la postguerra supera a lo que ocurrió en otras épocas de duración similar, aunque el costo no ha sido poco. Para Yuval Harari, en la crisis que estamos viviendo hemos aprendido muchas cosas: aunque la humanidad se retiró al mundo virtual, internet no colapsó; surgieron necesidades no del todo previstas, tales como la de salvaguardar la estructura digital, invertir más en el sistema de salud pública de cada país, y establecer un sistema global poderoso para monitorear y prevenir pandemias. No han sido menores los prodigiosos logros de la ciencia ante la emergencia y la asombrosa colaboración internacional de los científicos.

 

Ahora, como nunca, la especie humana se vio humillada en su vanidad biológica, por una diminuta partícula, ubicada en el límite entre lo vivo y lo inerte, y ha tenido que arrodillarse, desarmada y sorprendida por lo intempestivo del ataque. Además, nos ha postrado bajo la amenaza sobre nuestras cabezas; vivimos temerosos (salvo los que no creen en esta enfermedad que, sorprendentemente, no han sido pocos).

 

También al igual que las guerras en las que uno de los productos fue la “literatura de guerra”, se ha generado una abundante “literatura de la pandemia”, de la cual estas ‘narraciones extraordinarias’ son, sin duda, un vital ejemplo. Se trata de una obra colectiva que agrupa colaboraciones diversas, tanto testimoniales como ensayos, poemas y dramatización, escritos por una diversidad de autores, no todos escritores profesionales, provenientes de diversas áreas de la cultura y diferentes ubicaciones geográficas.  De allí su riqueza. Abarca testimonios de vida, espacios de catarsis, recreaciones y verdaderas creaciones. Los referentes literarios más obvios son Edgar Allan Poe por el título y el Decamerón por las circunstancias, pero lo cierto es que ahora se han multiplicado las publicaciones con experiencias personales, reflexiones, anécdotas, documentos de postura, críticas, especulaciones, teorías, hipótesis y recomendaciones, además de una enorme cantidad de literatura científica. Este texto, “Pandemia COVID-19. Narraciones Extraordinarias. Antología” incluye 33 escritos originales, según entiendo elaborados específicamente para esta publicación por 31 autores, 14 de ellos mujeres, que ofrecen no solo un espacio lúdico y cultural sino una constancia de las vivencias y emociones, y de la abrumadora experiencia. Una reseña sumaria puede leerse en el prólogo de Susana Arroyo-Furphy en el que se pone en evidencia la rica variedad de contenidos. La edición es del Grupo Editor BENMA que desde hace 10 años suele ofrecer oportunidades a los autores que les suelen escamotear otras empresas. Se trata de una publicación, en papel (ahora podemos decir que en el nostálgico papel), tamaño media carta, con una impresión perfectamente legible, muy cuidada y digna, sin lujos. La portada, en rojo sangre y negro luto, con escenas de hospital y destacando el título que reconoce a la pandemia y al virus (que ocupa un espacio estelar), y también expresa que es una antología de narraciones verdaderamente extraordinarias. Nuestra generación nunca había vivido experiencias como las que aquí se describen. Hay escritos realmente notables, pero no quisiera particularizarlos para no ser injusto con los demás, pues todos tienen un gran mérito; mis comentarios por lo tanto se refieren a la obra en su conjunto, sus implicaciones y su trascendencia.

 

Tal vez convenga intentar una taxonomía de lo que han significado las vivencias de la pandemia. Por un lado, su carácter disruptivo, que nos llegó repentinamente y nos obligó a adoptar cambios de emergencia (como la educación remota); por otro, el más fuerte evento portador de futuro que hemos vivido y nos ha mudado las perspectivas. Por un lado, las consecuencias y por el otro las concomitancias, que argumentan, estas últimas, que no todo es culpa de la pandemia, pues al mismo tiempo hemos vivido en una lamentable polarización social, que ha significado obstáculos para la solidaridad y cooperación, resentimientos acumulados, una pobreza ofensiva, la enorme desigualdad que parece irse incrementando, la migración desatada, cambio climático irrefrenable y una epidemia de desinformación, muchas veces intencional, con una epidemia de mentiras, la agobiante inseguridad, el incremento en la violencia de género, la ineficiencia en el abasto, la heterogénea dotación tecnológica, las amenazas de la nueva revolución industrial y las limitaciones ancestrales de los sistemas de salud que ahora se pusieron verdaderamente a prueba.

 

 Entre las consecuencias que empezamos a contabilizar y lamentar, en primerísimo lugar la enorme pérdida de vidas, las hospitalizaciones, el aislamiento y la soledad de los enfermos, la nosofobia con el miedo a acercarse a los establecimientos de salud, a lo que han contribuido los mensajes contradictorios e imprecisos, así como los rumores muchas veces mal intencionados.

 

Por otro lado, los variados efectos del confinamiento, expresados tanto al interior de los recintos de cuarentena y aislamiento, como en la sociedad entera en la forma de desempleo, empobrecimiento, desaparición de empresas, limitación de los contactos y de la comunicación afectiva. El muy lamentable fracaso de la educación a distancia en una proporción muy importante de estudiantes, el rezago del aprendizaje y de la vida social para los individuos en formación.

 

Otra víctima ha sido el idioma español, el castellano. Estoy consciente de que este es un ejercicio ocioso y frívolo, pero no conviene que pase inadvertido. Casi desde siempre, la cuarentena no ha sido de 40 días. Prevenimos infecciones por virus (que no son obviamente bacterias) con gel “antibacteriano”. Sabemos que las infecciones son consecuencia de la invasión de los tejidos de organismos vivos por microorganismos que se reproducen en su seno, pero resulta que “desinfectamos” superficies inertes y objetos desanimados que, acaso, estarán contaminados o colonizados, pero no infectados. Importamos del inglés el verbo sanitizar (que no existe en español) en vez de limpiar o higienizar. Usamos el adjetivo “inmune” que significa resistente a las infecciones (por ejemplo, en “autoinmune” que significa precisamente lo contrario) en vez de inmunitario que es lo referente a la ciencia de la inmunología. Como el término “cubrebocas” no abarca la nariz, lo usamos con la nariz de fuera, emitiendo y recibiendo microbios.  Al distanciamiento físico le llamamos distanciamiento social que implicaría hasta dejar de comunicarnos por vía digital o telefónica. Le llamamos “bicho malvado”, por supuesto como figura, a un virus que carece de connotaciones morales. Aunque la designación de “pandemia” abarca por definición una epidemia mundial, hay quienes le llaman “pandemia mundial o global”. El virus COVID-19 no existe; el agente causal es el SARS-COV-2. El “hisopado”, que parece un argentinismo, no es sinónimos de “Reacción en Cadena de la Polimerasa” (PCR). Algo viral es lo que se reproduce muchas veces y no lo producido por virus; a esto algunos le llaman “vírico”. La infodemia es un exceso de información, no necesariamente de información falsa o desinformación. La “postverdad” es una mentira, intencionalmente fabricada.

 

La medicina clínica, como todas las actividades humanas, también ha sufrido un efecto disruptivo y uno portador de futuro.

 

Bajo una perspectiva médica, y sin intentar idealizar la actuación del personal de salud, todo el trayecto de la pandemia ha transcurrido en condiciones de incertidumbre; si bien se ha avanzado en el conocimiento (a un costo humano enorme), la incertidumbre no se ha resuelto. Salvo al principio en que se pensó que era una gripe más, todo el tiempo se ha tenido un sentido de urgencia, al constatar el carácter mortal en muchos casos, más de los que se hubiera previsto, y por eso se han ensayado infinidad de remedios inútiles. A pesar de los esfuerzos por incrementar la capacidad instalada mediante reconversiones, el sistema de salud se vio rebasado, y se hizo más evidente que nunca el agotamiento del personal (burned out). El riesgo profesional y laboral, que casi siempre había sido teórico, se mostró como una realidad, al grado que en México murió más personal de salud que en otros países. El referente anterior inmediato fue la influenza H1N1 que empezó en México y que tuvo consecuencias mucho menores. Al principio se recomendaron medidas preventivas como las que fueron eficaces en la influenza. Nadie esperaba que la epidemia durara tanto y el comportamiento de la sociedad tuvo manifestaciones verdaderamente bizarras, extrañas.

 

 

La práctica médica -que es tal vez de lo que puedo hablar con alguna autoridad-, ha enfrentado nuevos desafíos, y no sólo me refiero al reto de combatir una enfermedad misteriosa, de alta contagiosidad y elevada letalidad, sino a cambios procedimentales inéditos. La clínica ya no será más como antes.

 

El confinamiento nos puso a prueba: cómo vivir sin salir,  cómo ejercer la profesión de médico desde casa. Exponerse no es una opción. Ir a trabajar aún enfermo, como lo hicimos muchas veces para dar muestra de profesionalismo, es suicida y homicida. Abdicar de ciertas pautas que defendimos siempre, como desacreditar la consulta telefónica o electrónica, o prescindir de la exploración física directa, ahora resulta prudente. Aprendimos a convivir de otra manera, a leer con placidez y sin prisa, a escribir las reflexiones y no dejarlas pasar, como lo hicieron los autores de esta antología. Revalorar el tiempo, la inercia. Asumir la disciplina autoimpuesta, rescatar el valor de las relaciones personales no sólo en términos de negocios y conveniencias laborales, sino en términos afectivos y solidarios, encontrar el sentido de nuestras actividades, entender mejor a los demás, apreciar la soledad, rejerarquizar valores intermedios, reivindicar el ocio creativo, revalorar la dimensión del tiempo.

 

Sin caer en las críticas fáciles, buena parte del foco de la pandemia ha estado en las profesiones de salud, y hasta se les ha encumbrado como héroes, aunque hubo quienes los identificaron más bien como ejecutantes de malvados designios enfocados a abatir la sobrepoblación, o como emisarios de la lucha política. La emergencia sanitaria desveló que los espacios para la atención médica eran insuficientes, al igual que lo eran los especialistas y los equipos, y que se hizo un gran esfuerzo por habilitarlos. Pero el hecho de que las muertes de médicos y otro personal de salud han superado las que ocurrieron en otros países, habla de falta de protección o falta de capacitación. La profesión médica, por definición, tiene de por sí un alto riesgo de contagio de diversas enfermedades, pero logra salir adelante por su vocación y por su preparación para aplicar cuidados universales de protección. En esta ocasión, la magnitud de la demanda prevista obligó a contratar personal sin la preparación debida y, a juzgar por algunos resultados, seguramente no se otorgó la capacitación completa necesaria, además de que se observaron expresiones que indicaban una protección insuficiente.

 

Ya llegó la vacuna y se ensaya diversos tratamientos farmacológicos., que en la epidemia de influenza fueron salvadores. Hoy en día, la mortalidad no es mayor porque muchos casos transcurren oligosintomáticos y autolimitados, por razones que ignoramos, mientras que otros sufren súbitamente un deterioro que los lleva a la muerte. Gracias a la habilidad de los especialistas en cuidados intensivos que, ante la falta de recursos terapéuticos específicos, salvan vidas mediante el llamado “apoyo vital”, que ciertos médicos lo hacen mejor que otros y algunos pacientes responden mejor que otros. La decisión sobre racionar recursos, que en algún momento se percibió como teórica, se manifestó crudamente en diversos hospitales; los criterios de racionamiento siempre serán cuestionables y difícilmente sujetos a normas invariables. Las difíciles decisiones de “a quien sí y a quién no”.

 

La percepción del público también se ha manifestado diversa. En un extremo quienes no perciben un cierto olor o al primer estornudo alérgico creen que están contagiados y por la angustia hiperventilan, sienten que les falta el aire y corren al hospital para que los intuben; en el otro extremo, quienes no creen que la enfermedad exista o que sea tan grave, sino que tienen una interpretación paranoide de lo que está ocurriendo. Además, se ha desarrollado una fobia a los hospitales y a los médicos, que ha contribuido a las muertes extranosocomiales y al retraso en la atención, sin contar con el natural titubeo en las señales emitidas por la autoridad y los expertos.

 

Nos espera una nueva normalidad clínica que implicará no mostrar las caras con lo que la magia de la expresión facial se verá mermada; la exploración con guantes requerirá acostumbrarnos a una distinta sensibilidad táctil. Confiar en lo que nos dicen los pacientes a distancia sin poder corroborarlo mediante una constatación objetiva. La consulta telefónica o electrónica, tan satanizadas y fuera de regulación, se vuelven opciones aceptables. Todo el concepto de la telemedicina (o más ampliamente telesalud) desemboca en la teleconsulta que, de ser la excepción se convierte en la regla de los tiempos actuales y probablemente por venir. En efecto, permite, aprovechando los recursos modernos de comunicación, evitarse el traslado de cada uno de los participantes (médico y paciente), y eludir las probabilidades de transmisión de algún agente infeccioso, aunque se vislumbran algunos inconvenientes tales como interferir con la calidad de la relación médico-paciente, limitar las áreas de exploración solo a las que se tenga acceso a distancia y transmitir una prescripción medicamentosa por ahora legalmente inválida. Las farmacias tendrán que aceptar recetas fotografiadas o escaneadas. La visión romántica de la clínica ya no será más.

 

            La sociedad se vuelve más higiénica; como pasó con la influenza H1-N1, de tanto lavarnos las manos, reducimos la frecuencia de enfermedades de transmisión fecal-oral; con el cólera abatimos las enfermedades diarréicas diferentes del cólera.

 

Aún después de la pandemia, viviremos las calles y las visitas con cubrebocas, saludaremos como los orientales, seremos menos expresivos físicamente de nuestros afectos, trataremos de evitar las aglomeraciones, disfrutaremos más de nuestros hogares, que ahora son también sitios de trabajo, aprenderemos a convivir a distancia, a desairar lo superfluo, vigorizar el respeto por el medio ambiente, y a doblegar un tanto la soberbia como especie. La educación formativa mostrará dificultades permanentes para llevarse a cabo como antes. La educación continua necesariamente será a distancia y habrá que aprender no tanto sobre el uso de los artefactos tecnológicos como sobre el comportamiento de los interactuantes. Y mantendremos el recuerdo de la época en que tuvimos que doblegarnos transitoriamente ante fuerzas biológicas imprevistas, en espera de la próxima epidemia pues se estima que hay 1.7 millones de virus no descubiertos en animales

Queda este libro y sus narraciones, como un testimonio histórico del acontecimiento que marca el principio del siglo XXI y como una muestra de creatividad literaria inspirada en la COVID-19. Felicidades a los autores, editores, sobrevivientes, y condolencias a los deudos.

Alberto Lifshitz


Saturday 1 May 2021

PANDEMIA COVID-19 NARRACIONES EXTRAORDINARIAS

 

ORGULLOSAMENTE PRESENTA



LOS ESPERAMOS


GRUPO EDITORIAL BENMA


benma.editores@gmail.com





AUNQUE USTED NO LO CREA... SE PRESENTÓ

 


CON UNA AUDIENCIA DE 85 PERSONAS 

SE PRESENTÓ

¡AUNQUE USTED... NO LO CREA!




El viernes 30 de abril a las 18:00 h (tiempo de la Ciudad de México) la 
DRA. JUDITH RUIZ GODOY 
presentó la Antología 
¡AUNQUE USTED... NO LO CREA!
 Su presentación fue magistral.
Agradecemos su presencia en BENMA y esperamos poder seguir contando con su amable y distinguida colaboración.









benma.editores@gmail.com



Monday 19 April 2021

INVITACIÓN PRESENTACIÓN DE LA ANTOLOGÍA "AUNQUE USTED NO LO CREA"

 



ESCRITORES                                              TEXTO

Nallely Álvarez

Los bordados de Lina

Nora Andalón Galindo

Un sueño hecho realidad

Martín Arredondo

El regreso

Nevid Ascenci

Es cosa de días

Carlos Bracho

Cactáceas endémicas

Anapaula Bustamante

La cicatriz tras sus pupilas

Gabriel Carrillo

Los arbolitos rojos

Sofía Cruz Castañeda

Esa delgada línea enter la probidad y la vesania

Carlos Díaz

La araña

Blanca Amalia Espinosa Hernández

El alquimista

Raúl H. Fierros

De absurdos y desvaríos

Marcela López Beltrán

El árbol y la estrella

Adolfo López Castro

Increíble pero cierto

Elba Luján Torres

La cándida Zoraida

Andrei Maldonado

La cuerda floja

Arturo Martínez Cáceres

Todo puede pasar

Luis Moya Sala

Ha llegado el momento, apreciado Michel

Alberto Navarro Fuentes

La nave de los locos

Andrés Otaya Burbano

Zapatos a la medida

Silvia Pérez Rodríguez

El karma de la vida y Seducción

Inés Récamier

Homenaje a Truman Capote

Laura Elena Rivera

Divino pintor y Dame fuerzas para morir

Omar Romero

Me-tan-fe-ta

Javier Toledo Ramos

Niño flores

Pablo Armando Torres Violante

Pierdo el aire

Zulma Valencia Montero

Noche y Luna

Antonio Valiente

La fondita y El hielo helado

Esmeralda Vela

La habitación del abuelo

Rafael Villa Sandoval

María Magdalena

Miguel Vives

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