Prólogo
Desde la estrella más brillante de la constelación de
Orión, Rigel, Celia Kaminesky despliega una deslumbrante sorpresa a los
lectores.
Una conflagración interestelar, la reunión de sabios,
dioses y humanos en una audaz revisión de los problemas de Gaia, los cuales
afectan a toda la Vía Láctea; viajes a las estrellas; un espectáculo de magia,
luz y color. Así es como El viaje de
Quirón viene acompañado de aparente digresión. Historia dentro de la
historia, juegos de voces que participan del encuentro glorioso.
¿Cómo erradicar el miedo humano? Ésta ha sido una de las
interrogantes, quizá una de las más profundas dudas de Kaminesky, nuestra
autora, quien efectúa una propuesta inquietante. Mediante los sueños de Clara y
las aventuras de Abante, se logran definir los pensamientos de los humanos
como humo luminoso. En delicadas aliteraciones, las ensoñaciones de la lejana
aldea procuran al lector las maravillas de la imaginación.
Así transcurren los mitos, los dioses y los hombres, con
la pluma valerosa de una escritora que nos remonta al panteón griego, a las
ciudades de paz y alegría, a la armonía que es la que debe reinar en los
hombres.
La dulce amistad entre una niña y un centauro unida a paisajes
tranquilos y bellos, pinturas hermosas, flores indescriptibles, juegos de
luces y colores que embriagan la atmósfera y seducen al lector, todo se
encuentra inmerso en la impredecible y majestuosa Naturaleza descrita por
Celia. En este contexto la historia transcurre entre los sueños y la realidad
contada, la cual a veces es más onírica que las ficciones.
La audaz nomenclatura empleada por Kaminesky revela sus
concienzudas lecturas. Así, ha modificado intencionalmente los nombres de
algunas estrellas como por ejemplo Okda, que es poco conocido para referirse a Alpha Piscium, lo cual se agradece a la
autora pues en la determinación del nombre al sujeto, el lector acepta un
nombre dado de modo sui referencial, ya
que el sujeto ha sido designado con el nombre Okda, al referirse a la estrella Alpha Piscium.
Y luego, tras la historia sobreviene la historia dentro
de la historia, la cual enlaza a la narradora con la autora. Es decir, nos
encontramos frente a la metaliteratura,
el estricto análisis de la propia autora ante su obra. Kaminesky simplemente nos
deja en una perplejidad avasalladora mediante cuidadas reflexiones sobre el
significado del significado; es decir, la novela trae consigo aparejada la
inquietante disquisición sobre la significación.
De manera opuesta y complementaria a J. L. Austin, quien
nos adoctrinaba sobre cómo hacer cosas con las palabras, Celia Kaminesky nos
propone hacer palabras con las cosas.
Las Editoras